No es Jesús el protagonista, sino la duda de Pilatos: una pintura diferente de la Pasión, firmada por Antonio Ciseri
Ciseri coloca al espectador justo detrás del telón, casi como si formara parte de la escena.

La historia del arte está repleta de representaciones del “Ecce Homo”, ese momento dramático en que Poncio Pilato presenta a Jesús ante la multitud con la frase “He aquí el hombre”. Sin embargo, el lienzo del pintor suizo Antonio Ciseri logra destacar entre tantas versiones por un enfoque inusualmente cinematográfico: en lugar de centrarse en Jesús, como ocurre habitualmente, Ciseri coloca al espectador justo detrás del telón, casi como si formara parte de la escena.
Ciseri sitúa su obra en un balcón del palacio romano, desde donde Pilatos se asoma para señalar a Jesús. Lo interesante es que la escena no se ve desde el punto de vista de la multitud que observa desde abajo, sino desde arriba, detrás de los personajes, lo que genera una sensación de intimidad y tensión. El espectador se convierte en un testigo silencioso de un momento clave en la historia cristiana, sin necesidad de ver los rostros de la mayoría de los presentes.
Un Jesús reconocible de espaldas
A pesar de estar de espaldas, Jesús es inconfundible. Su túnica roja escarlata —color asociado al poder imperial— fue colocada con ironía por los soldados, a modo de burla. En su cabeza, la corona de espinas completa la humillación. Esta representación, alejada de las imágenes frontales y sufridas que solemos ver, aporta una profundidad emocional inesperada. No vemos su rostro, pero sentimos el peso de la escena.
Pilatos al centro, pero no como protagonista
Curiosamente, el personaje central en términos de composición no es Jesús, sino Pilatos. Vestido con una túnica clara, su gesto es ambiguo: señala, pero también parece dudar. A su lado, una figura femenina destaca con fuerza emocional. Es su esposa, la única cuyo rostro se ve completamente. Ella fue, según la tradición, quien intentó disuadir a Pilatos de condenar a Jesús, tras haber tenido un sueño inquietante. Su expresión es de angustia, como si presintiera las consecuencias de lo que está por ocurrir.
Detalles que sitúan al espectador en el pasado
La arquitectura también cumple una función narrativa: columnas majestuosas, relieves tallados y la muchedumbre al fondo abucheando desde las calles. Todo construye una atmósfera precisa, casi teatral. Los centuriones, con su armadura típica, refuerzan la sensación de fidelidad histórica que atraviesa toda la obra.
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Una obra que trasciende el momento
El Ecce Homo de Ciseri no solo ilustra un episodio bíblico; nos invita a pensar en el poder, la culpa, el juicio público y las advertencias no escuchadas. Es una obra que habla tanto del pasado como de los dilemas morales que siguen vigentes. Y todo eso, sin una sola mirada directa al espectador.
En un tiempo donde las imágenes nos bombardean desde todos los ángulos, este cuadro nos obliga a ver desde otro lugar: el del silencio, el del testigo que observa desde atrás, sin intervenir, pero con plena conciencia del drama humano que se despliega ante sus ojos.
Con información de HA!
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